Curioso lo que se da en el torneo de la Liga Profesional con los dos gigantes del país.
ugadas 11 fechas del torneo de la Liga Profesional emerge, entre distintas cuestiones de nuestro bendito fútbol argentino, una curiosidad que engloba a los dos gigantes del país: Boca y River suman 15 puntos y, así, están más cerca del último que del primero. Sí, se encuentran a nueve puntos de Lanús y a 10 de Atlético Tucumán.
Una rareza que tiene sus motivos, claro. Porque después de que ambos fueron eliminados de la Copa Libertadores en octavos de final (por Corinthians y Vélez), no pudieron enderezar el rumbo en el campeonato doméstico y la tabla de posiciones es demasiado elocuente en ese sentido. Las duras caídas del domingo ante Patronato y Sarmiento de este domingo desnudan notorias falencias de ambos.
Primero los números. Mientras el ahora equipo de Hugo Ibarra ganó cinco partidos y perdió seis, es la formación más goleada del campeonato (sufrió 19 goles). El conjunto dirigido por Marcelo Gallardo, por su parte, ganó lo mismo que perdió (cuatro) y empató tres veces.
Boca repite problemas de raíz al no encontrar un patrón de juego y depende de sus individualidades, ésas que le sobran al contar con, entre otros, un gran arquero, un zaguero subcampeón mundial, el lateral derecho y un marcador central que por poco van al Mundial con Perú, un titular en Paraguay, dos colombianos de probada calidad, un centrodelantero que volvió en plenitud y pibes (con Zeballos y Vázquez a la cabeza) de enorme proyección.
Al mismo tiempo, vive una crisis (una parábola constante desde hace un buen tiempo) debido a la tirante relación entre el Consejo de Fútbol y buena parte del plantel, situación que explotó alrededor de la revancha con Corinthians y desencadenó en la salida de Carlos Izquierdoz, quien era el capitán del plantel.
Justamente luego de ser eliminado por el Timao, perdió sus tres partidos de visitante, con el 0-3 en Paraná como peor expresión en mucho tiempo. Juan Román Riquelme, el dueño del fútbol del club, empezó a recibir críticas más allá de su condición de ídolo absoluto. Ahora, tras despedir a Battaglia y confirmar a Ibarra hasta fin de año, se generó una movida para pedir un entrenador de renombre.
Riquelme, en el último partido en la Bombonera. fotobaires
Refuerzos que aún no aparecieron, la cantidad de goles en contra que contrasta con una reciente imbatibilidad de Rossi (un gol en 11 partidos), ineficacia, lesiones que complican, vaivenes constantes y una sensación de desidia general que explotó justamente el domingo se mezclan para un estado de forma que está a kilómetros del ideal.
Festejo de Sarmiento y lamento de River. Foto Maxi Failla
DISTINTO PERO SIMILAR
Como tal vez nunca en el ciclo, cuesta ver al River de Gallardo. Este River no tiene el sello -en absoluto- indeleble que con distintos jugadores, planteos y obligaciones acompañó los ya más de ocho años con el Muñeco en el banco.
El propio entrenador cambia piezas, hace cambios en medio de los partidos, prueba y prueba pero no encuentra la fórmula de una nueva reinvención. Su equipo parece que comienza a caminar solo, pero de pronto retrocede y pierde con Sarmiento de Junín por primera vez en su historia en el Monumental.
Si en la cancha se escuchan sólo un par de murmullos y algún silbido es por la espalda de su entrenador y por el legado de varios jugadores del plantel (Armani, Maidana, Casco, Pinola, Enzo Pérez…). Pero luego aparecen refuerzos (millonarios) que todavía no rindieron y apuestas que siguen en ese estado.
Gallardo, el domingo ante Sarmiento (Maxi Failla).
En su cancha, cada vez más con reminiscencias europeas, River sacó siete puntos sobre 15 posibles, perdió con Godoy Cruz y Sarmiento, dos equipos que pelean por no descender y empató ante el líder Atlético Tucumán (también fue eliminado por Vélez de la Copa, polémica con el VAR mediante).
Otra cuestión insoslayable es la retaguardia. Gallardo repite que su equipo es un todo y tiene razón, y a ese todo muchas veces le llegan y le convierten, como sucedió ante los juninenses. Sus rivales no necesitan muchas chances para anotar ni la tenencia prolongada del balón: los retrocesos de River son deficitarios.
EL FUTURO
Todavía faltan 16 fechas para el final del torneo: 39 puntos es muchísimo, pero tanto Boca como River no tienen demasiado margen de error si quieren pelear por el título. El Xeneize cuenta con la tranquilidad de ya estar clasificado a la Libertadores 2023, pero el Millonario todavía no logró ese pasaje y hoy está afuera de esa zona (un punto abajo). Más allá de todo, los dos tienen la urgente obligación de volver a ser.